martes, 11 de octubre de 2011

Y ellos, ¿qué?

Después de pasar horas hablando con una amiga de corazones rotos, de relaciones que no fueron, de distancias absurdas, de los amores imposibles y de los platónicos, ella se quedó callada, me miró muy seria, y me hizo una pregunta, que en realidad no pretendía ser contestada sino pensada.

¿Sera que el hablar del sexo opuesto, todo el tiempo, todo el día y toda la noche, es algo exclusivo de las mujeres?

Yo no sé. Puede ser. La verdad, ahora que lo pienso, siempre, de una u otra forma, estoy hablando de ellos. Con mi mamá, con mis amigas, con mis hermanas. Hasta con mi papá y con mi hermano, y con otros hombres, también. Creo que lo hago solo por querer entenderlos un poquito, porque, para mí, siguen siendo casi imposibles de descifrar.

Digo casi, porque una parte de mi guarda la esperanza sincera de que mi hipótesis se cumpla: ellos también se enamoran; ellos también se arman películas; ellos también sueñan; ellos también extrañan; ellos también sufren. No menciono la llorada, porque con certeza sé que lloran. Eso sí lo he visto varias veces. Pero quiero ir más allá de las lágrimas de cocodrilo. Quiero ahondar un poquito más.

Por eso, este escrito, como creo que inconscientemente todos los demás, se lo dedicó a ellos. Y con ellos me refiero a todos: al que le rompe el corazón a mi amiga cada quince días; al que decidió quedarse para siempre; al que le tiene miedo al compromiso; al indeciso; al romántico; a los que ya pasaron y a los que vendrán.

Primero tengo que aclarar unos puntos de partida claves. Siempre he odiado las generalizaciones, los estigmas y los estereotipos. Siempre me ha parecido horrible hablar de “los hombres” o “las mujeres”, como si cada bando fuera homogéneo y enemigo directo del otro.

Creo que hay excepciones a la regla, que todos somos únicos, que cada uno vive sus propios procesos y experiencias, y que, a la vez, tiene maneras de enfrentarlos. Lo único que pretendo, en realidad, es conocer un poquito ese cerebro (¿o corazón?) masculino que tantas noches en vela me ha quitado.

Recuerdo que, hace años, en tardes de corazones rotos, planeaba con una amiga un proyecto que, en ese entonces (y también ahora) me parecía maravilloso. Queríamos diseñar un cuestionario eterno, con todas las preguntas que se nos pudieran ocurrir sobre las relaciones entre hombres y mujeres. Luego, las repartiríamos a muchos y variados hombres por las calles, garantizando la diversidad, el anonimato y diciendo que era un trabajo para la universidad. El único propósito macabro era poder tener una idea, así fuera muy amplia, de lo que viven y dejan de vivir los miembros del género masculino.

Nunca lo hicimos. Quizás nos faltó valor. De pronto no queríamos que la realidad no fuera como nuestras fantasías. Pienso que preferimos quedarnos sin saber porque la ignorancia es atrevida, y así podíamos seguir haciendo hipótesis, planeando estrategias y armándonos dramas y películas de terror.

Ahora, creo que ya estoy lista para saber más. Para adentrarme más en su forma de pensar, de actuar, de soñar. Quizás estoy siendo egoísta, pero no me importa. Quiero adquirir todas las herramientas que pueda para que el abanico de posibilidades sea grande. Quiero tener armas para saber cuál utilizar la próxima vez que se me crucen en el camino y me dejen sin acciones ni palabras.

Prefiero pensar que estoy siendo justa, porque como no paro de hablar (ni de escribir) los hombres que me rodean tienen suficiente información sobre cómo funcionamos las mujeres. Ellos saben lo que queremos, lo que soñamos, lo que esperamos. Sí, creo que es el momento. Es un trueque justo y necesario.

¿Qué piensan (¿o sienten?) cuando encuentran a alguien que les mueve el piso? ¿Qué tan frecuente es que, en efecto, alguien les revuelva la vida? ¿Qué tan sinceros son con sus sentimientos? ¿Qué tanto los pueden expresar? ¿Cómo demuestran su amor? ¿Qué tan fieles son? ¿Cómo viven las rupturas? ¿Sienten el dolor y la presión en la mitad del pecho que los ahoga? ¿Cuánto tiempo duran los corazones rotos? ¿Un clavo sí saca otro clavo?

Sé que hay hombres más enamoradizos que la más enamoradiza de las mujeres. Afortunadamente, me he encontrado con muchos amigos que tienen tanto amor adentro y tanta sanidad mental, que les alcanza para ellos mismos y para alguien más. Son hombres que han amado, que se han entregado y se han arriesgado. Sé que han sufrido y sé que desean, también, encontrar a alguien con quien quedarse para siempre. Lo sé porque los conozco bien, pero ellos, nunca me dan muchos detalles.

También sé que hay hombres que me leen. Muchos, en mensajes secretos, me han dicho que les llega lo que escribo, pero que les cuesta admitirlo públicamente. ¿A qué le tienen miedo? ¿Se sienten vulnerables al mostrar sus sentimientos? ¿De qué (o de quién) se están protegiendo?

Aquí, les hago una súplica a mis amadísimos lectores masculinos y, si se puede, a los demás hombres de sus vidas. Solo quiero que se aventuren, un poquito, y me cuenten, si prefieren en privado, sus dolores, sus ambiciones, sus sinsabores y sus amores. Necesito de sus historias para terminar de convencerme que la lucha por un amor en igualdad de condiciones vale la pena. Que la búsqueda no es solo femenina. Que todos, por partes iguales, ansiamos enamorarnos por completo; encontrar a alguien con quien compartirlo todo. Prometo proteger su identidad, no ridiculizarlos, no burlarme y no generalizar. Solo quiero ver cuántos van a ser lo suficientemente valientes y se van a animar.

A mis adoradas y fieles amigas las invito a opinar también. Como cada vez, estoy abierta a sus palabras, a sus amores fallidos, a sus sueños hechos realidad. Las necesito porque mantienen mis letras vivas. Porque comparten mis alegrías y mis dolores. Porque lo que vivo es de ustedes y sus historias se vuelven mías.

Aprovechen que llegó el momento. Quien tenga algo que decir, por favor, que hable ahora o que calle para siempre.

3 comentarios:

sashasmith50 dijo...

Dichosa tú que los desconoces y para quien ellos conservan su misterio. Yo los leo como un libro abierto, a todos, desde un niño hasta un anciano.
Lo primero que debes formular es para qué los quieres conocer. La respuesta debe ser "para poder hacerlos felices", y no, como dijiste "para tener armas para enfrentarlos la próxima vez".
Punto 1. Los hombres tienen un trauma psicológico con las mujeres. Por defecto dalo por hecho. Al nacer dependen de sus madres y sus abuelas quienes los crían y los someten (en el buen sentido). Luego llegan las profesoras de la guardería y de los colegios. Les imponen órden y disciplina. Las pediatras que les desnudan etc. Hasta llegar a la edad de la Universidad, toda su vida han estado "dominados" por las mujeres. Luego son dominados por sus instintos sexuales de adolescentes y dependen de la atención de las chicas. Unos desarrollan una especie de despecho o rencor inconciente hacia el género femenino, y ahí tienes a los machistas que en el fondo se están "vengando" de nuestro genero. Y la otra parte se acomodan a la situación "mamá-hijo" y son los que se convierten en calzonazos en extrema instancia. Es lo que hay en el mercado. Elije lo que más te guste.
Para agravar la situación, el mundo de los hombres es binario: o eres el ganador, Number One, o eres un loser, un perdedor. Como en el Top Gun, luchar por el segundo puesto no tiene sentido. Es una presión enorme.
Luego tengamos en cuenta que la sociedad dispone que hacerse con una mujer supone para un hombre adquirir las responsabilidades económicas muy serias. Aunque en este momento tú estés ganando tu propio dinero, siempre en la mente de un hombre existe la idea de que en algún momento te convertirás en la madre de sus hijos y él tendrá que mantenerte a tí y a esos hijos. Más presión.
Si no fuera por su deseo sexual les pincharía tanto la idea de cargar con una mujer a su lado que ni se nos acercarían.
Y mientras tú (y yo, y todas) estamos soltando la baba, pensando en las flores y en corazones fucsia, estos pobres tienen en su conciente y lo que es más grave, subconsciente, el panorama que te acabo de trazar.
Son esclavos de su procedencia y de su sexo. Nosotras las mujeres somos unas privilegiadas en este sentido.
Me gustaria hacerles felices, protegerles y compensarles por tantos años de oprensión. Pero con todo el "equipaje", resulta que son seres en su aplastante mayoría nobles (por sencillos) y tolerantes (por pasotas). Es sumamente fácil hacerles felices, si en vez de empezar a pedir atenciones y detalles hacia tí una se dedica a quererlos simplemente, a inspirarlos y a admirar cada cosa buena que hagan.
La mujer debe de hacerle honor a un hombre. Con honrarles ya les subes el autoestima que viene aplastado "de fábrica". (blogspot limita la extensión de los comments, sigo en el prox.)

sashasmith50 dijo...

No es todo tan plano, claro. Cuando encuentras a un hombre, normalmente viene ya lastimado por la que estaba antes que tú. Otro trauma más que tratar. Pero si ese hombre te hace feliz tendrás paciencia y la sabiduría suficientes como para curarlo. Cuidado no cometas el error de ser sólo su "madre", porque entonces una vez curado se volará a buscarse a otra que lo vuelva a traumar. Ya desde el principio debes dejarle sentirse a ratos el padre, a ratos el príncipe, a ratos el salvador, a ratos el profesor, a ratos hijo, a ratos dueño, y como no, a ratos esclavo. Móntale un Disney Land de vida para que no le falte de nada a nivel emocional, y no tendrás competencia nunca. Mantenlo entretenido emocionalmente, alimenta su ego si lo tiene bajo, haz que tenga razones para presumir de tí y dale mucha seguridad.
Histeriquean mucho, se paciente y perdona. Fomenta sus mejores cualidades y no reacciones a las acciones inadecuadas. Como con los niños, a una trastada reacción cero. Verán que no hace efecto en tí y no reincidirán. Mas reacciona mucho ante actos buenos y generosos, y volverán a repetirlos.
Amar es potenciar en el otro sus mejores puntos. Creemos Aristóteles y yo:).
Y las respuestas cortas a tus preguntas:
¿Qué piensan (¿o sienten?) cuando encuentran a alguien que les mueve el piso?--- Quieren poseerlo, lo demás es secundario.
¿Qué tan frecuente es que, en efecto, alguien les revuelva la vida?-- 2-3 veces en la vida, pero nunca será la madre de sus hijos.
¿Qué tan sinceros son con sus sentimientos?--Se creen lo que se dicen, o lo que les metes en la cabeza. No se autoanalizan.
¿Qué tanto los pueden expresar?--Según cada cual.
¿Cómo demuestran su amor?--Dejan ver que sufren por tí. De otras manifestaciones yo dudaría.
¿Qué tan fieles son?--Nada. Va en contra de la naturaleza humana ser fiel. A no ser que te preocupes en desarrollarle un complejo.
¿Cómo viven las rupturas?--Se creen víctimas en cualquier caso. Utilizan eso como excusa para sentirse importantes, les acaricia el ego, es reacción natural, en tí también.
¿Sienten el dolor y la presión en la mitad del pecho que los ahoga?--Sí, mas por razones distintas a las que lo sientes tú.
¿Cuánto tiempo duran los corazones rotos?--Según las tendencias masoquistas que tenga cada uno.
¿Un clavo sí saca otro clavo?--Siempre.
Gracias por el post, me gustó mucho. Que seas muy feliz (y ponte ya con la agricultura como solución al hambre en el Mundo, que te estamos esperando:))
Olga.

Shadya Karawi Name dijo...

Mi corazón! Después de mucho tiempo me siento a releer tus comentarios y me quedo sin palabras. Tengo que confesar que estoy de acuerdo con casi todo lo que dices. Pero es una verdad que, por lo menos a mí, me cuesta mucho. ¿No nos queda más que hacer que nuestra existencia gire en torno de acariciarles el ego? Creo que quiero más, esperó más, necesito más. Quizás tenga que quedarme sola otro ratico. Siempre termino asumiendo el papel de mamá, o peor aún, de psicóloga. Tendrás que entrenarme un poco para poder actuar diferente la próxima vez. Gracias mil por tomarte el tiempo y compartir tus pensamientos conmigo y mis lectores. Un abrazo grandes.